La Fuente de la Juventud



Leyenda mexicana.

Hace mucho, mucho tiempo, cuando llegaron los conquistadores españoles, las tropas de Hernán Cortés buscaban afanosamente las riquezas y la legendaria Fuente de la Juventud.
Los castellanos eran exploradores valientes y codiciosos que conquistaron el vasto imperio azteca, uno de sus capitanes llamado Ponce de León, observó que los miembros de la corte de Moctezuma no envejecían y lleno de curiosidad empezó a investigar. Después de hablar con los lugareños descubrió que no envejecían porque bebían una agua milagrosa dos veces al año, durante el plenilunio de los equinoccios.
La maravillosa vertiente se encontraba al norte y era protegida por el Dios Meccitauatl, pero eso a Ponce de León no le importó  y con permiso de su superior organizó una expedición para buscar el maravilloso líquido.
Cuentan que los hispanos marcharon durante tres meses por tierras desconocidas pasando penurias hasta llegar a una gran corriente de agua que bautizaron como Río Grande y con la ayuda de interpretes y gracias a los obsequios que les dieron a los pobladores del lugar lograron averiguar que la fuente milagrosa se encontraban en las Tierras del Sol Naciente, en línea recta, a unas tres semanas de marcha de donde se encontraban. 
En su atribulado viaje encontraron barrancas, peñascos y arroyos en los que se sumergían con la esperanza de revertir el paso del tiempo en sus cansados cuerpos.
Siguieron su camino desanimados cuando sus ojos quedaron impresionados con la belleza de un paisaje cubierto de flores y los soldados llegaron hasta las riberas de una fuente natural. Con pasos lentos se dirigían hacia el agua cristalina cuando a su paso llegó una bella aborigen primorosamente ataviada, quien dijo en perfecto castellano:
- Hombres de lejanas Tierras del Sol Naciente, esta vertiente está reservada al Emperador y la nobleza, está prohibida a los plebeyos y a los extranjeros. Os aviso. Tened cuidado y luego desapareció ante sus ojos.
Los españoles se llenaron de temor, no así el Capitán Ponce de León quien estaba decido a bañarse en las aguas de la Fuente de la Juventud en espera de un milagro, pero no podía creer lo que le estaba pasando, su cabello quedó blanco como el de un anciano y su piel arrugada como la de un árbol centenario. Ayudado por sus soldados, salió de las aguas cristalinas y el cielo se oscureció. Cuentan que Meccitauatl enfureció y un viento fuerte arrancó los árboles, mientras un rayo quemó el bosque y la vertiente fue absorbida por la tierra.
Los aterrados hombres cayeron de rodillas implorando al cielo su perdón y salvación, comprendiendo su codicia y envidia. Milagrosamente se salvaron y una vez que terminó el incendio, colocaron en el lugar en donde estuvo la fuente una imagen de San Antonio en señal de agradecimiento por su providencia. Un siglo después, fue fundada allí la ciudad de San Antonio, actualmente en Texas, Estados Unidos.



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